Después de liberar a algunos de los adultos, tuvimos la gran sorpresa de que las parejas que quedaron hicieron puestas, de las que nos costó apreciar la primeras larvas, pero nuestra gran alegría vino cuando empezamos a ver que en nuestra cebada había un montón de pupas. Por fin, una segunda generación. Os enviamos unas fotos de nuestros futuros entomólogos 😉